Dra. Verónica Roxana Flores Vega
Dra. Araceli Pérez López
Dr. Roberto Rosales-Reyes
En un mundo diminuto que escapa de nuestra vista, existen pequeños pero poderosos invasores como bacterias, virus, hongos y parásitos. Estos microorganismos se encuentran en todas partes y pueden entrar en nuestros cuerpos o en el de los animales sin que nos demos cuenta. Una vez dentro, pueden causar todo tipo de enfermedades, algunas leves y otras muy serias que pueden amenazar nuestras vidas. La batalla contra estos microorganismos es constante y ocurre todos los días, aunque no siempre podemos verla, sus efectos se perciben en la salud de todos los seres vivos.
Para combatir estas infecciones, tanto médicos como veterinarios recurren al uso de agentes antimicrobianos (AMs), medicamentos contra microorganismos dañinos (patógenos) (1). Sin embargo, en un giro inesperado muchos de estos patógenos han aprendido a defenderse, evolucionado y desarrollado resistencia a los mismos AMs que antes los aniquilaban, reduciendo su eficacia e incluso dejando de ser funcionales. Como consecuencia, ahora estos microorganismos resistentes tienen la capacidad de propagarse entre diferentes seres vivos y, además pueden transferir su resistencia a otros microorganismos que previamente eran vulnerables a los tratamientos.
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